Durante varias décadas del siglo XX, el test de embarazo más fiable del mundo se realizaba utilizando la Xenopus laevis, una especie de rana una especie africana. En 1930, el fisiólogo británico Lancelot Hogben descubrió que cuando se inyecta orina de una mujer embarazada en esta rana, el animal pone huevos entre 8 y 24 horas después. Este fenómeno se debe a la presencia de la hormona hCGen la orina de mujeres embarazadas, que es capaz de estimular la ovulación en las ranas.
Además de su fiabilidad, el test tenía ventajas prácticas: las ranas podían mantenerse vivas y reutilizarse, a diferencia de otros animales de laboratorio. Irónicamente, su popularidad global provocó la expansión de la especie por distintos continentes, lo que hoy plantea riesgos ecológicos. Más allá de lo anecdótico, esta historia muestra cómo los avances médicos a menudo dependen de organismos inesperados, y cómo la biología puede viajar de los estanques africanos a los laboratorios de todo el mundo.